domingo, 17 de enero de 2010

Eleanor Kennelly (Crítica de arte, The Washington Times): CONSUELO VALLINA EN LA GALERIA ALEX DE WASHINGTON


Paseando por una sala con las obras de Consuelo Vallina, el espectador primero experimenta una sensación de tranquilidad, pero mas adelante siente tensión. Al principio desarma: sombras armoniosas de lugares cálidos y gratos, relajan la vista e hipnotizan la mente. Sombras de coral, marrones (terra cotta) y color orquídea, abren los sentidos como pensamientos que inspira un bosque junto a la mar alimentada por una corriente de agua subterránea


Después viene el reto: mientras nadamos placenteramente por los tonos del fondo, la mente se clava en el gesto, la línea, el corte que marca cada pieza. La rotura curvilínea que significa expansión, invariablemente un significado ricamente manchado en tinta el cual se empapa anhelantemente rectángulos esponjosos de papel.


Las siguientes diferencias entre las piezas que están compuestas en gran medida por los mismos tonos y elementos visuales se convierten en un comentario de la construcción del significado. El significado se construye en una lengua a través de la unidad de la palabra, en la música se construye a través del lenguaje del sonio, de la nota. En el caso de la obra de Consuelo Vallina, a través de la unidad de estas piezas autoexpresivas que adquieren nueva significación, en esta exposición intensamente sofisticada en la Galería Alex, de Washington.

Tomadas en conjunto estas obras de arte que al principio aparentasen ser de índole decorativa, se interpretan como una conversación sofisticada… La pregunta es qué hace que la muestra tranquila se convierta en inquietante.

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